Antonio Berni nació el 14 de mayo de 1905 en la ciudad de Rosario. Desde muy chico se interesó por al arte trabajando como aprendiz en un taller de vitrales y tomando clases de pintura. Es así como a los 15 años logró su primera exposición en Rosario, y le seguirían otras en Buenos Aires pocos años después. Sus primeras obras eran en su mayoría paisajes de estilo impresionista como Álamos o El galpón. En 1925 obtuvo una beca del Jockey Club de Rosario para continuar su formación en Europa. Si bien pasó por París y recorrió otras ciudades del continente se instaló en Madrid y conoció y se relacionó con los grandes pintores e intelectuales de la época. Allí comenzó una etapa artística más cercana al surrealismo, con obras como La metamorfosis del pájaro azul y La puerta abierta, que continuó hasta entrada la década del 30 cuando regresó a la Argentina. Instalado en Rosario y con un cargo de empleado municipal comprendió que el artista es un hombre de su tiempo, un actor social y que su arte debía reflejar la realidad del mundo en el que vivía: había ocurrido el golpe de estado de Uriburu, comenzaba la década infame, aumentaban la desocupación y la pobreza, y crecía la lucha obrera a través de huelgas y manifestaciones. Políticamente se acercó a partir de ese momento al partido comunista y sus obras se encuadraron en el llamado realismo social, movimiento que se expandía en América Latina en forma generalmente de murales, como los de Diego Rivera. Berni entendía que el clima político del país no era el más propicio para conseguir paredes donde desarrollar su arte por lo que pintó grandes telas sobre caballetes. Sus "murales transportables" llegan a medir casi 3 metros de largo y entre los más destacados se encuentran Manifestación y Desocupados de 1934.
A principios de la década del 40 viajó por Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia para realizar estudios precolombinos. Luego junto a otros reconocidos artistas como Castagnino, Urruchúa, Spilimbergo y Colmeiro pintó los frescos en la cúpula del edificio de Galerías Pacífico, impactante obra que quedó concluida en 1946. Continuó visibilizando y criticando la realidad de la sociedad en pinturas como El obrero muerto de 1949 y Manifestación de 1951. La década del 50 lo encuentra viajando por las provincias del norte del país y reflejando en su arte la vida humilde y sufrida de los trabajadores rurales y de los bosques. Entre sus obras más destacadas de este período están Migración, Los hacheros y Escuelita rural.
Hacia fines de los 50 surgieron dos personajes ficcionales, Juanito Laguna y Ramona Montiel que serán protagonistas en la obra de Berni por más de 20 años. Esta saga es una excusa narrativa para retomar la crítica social, un símbolo de la niñez explotada en América Latina en las grandes ciudades. Juanito es un niño que pertenece a una familia muy humilde que vive marginalmente en una villa miseria, hijo de un obrero desempleado. El artista lo muestra realizando las mismas cosas que haría cualquier otro niño: jugando, mirando la televisión, en la laguna, festejando la Navidad, remontando un barrilete, aprendiendo a leer, etc. Pero lo característico es que el entorno que lo rodea está realizado en collage con materiales de desecho como latas, plásticos, hierro, maderas, telas, que dan testimonio de la triste realidad que le toca vivir a su protagonista. Sin embargo, Berni dijo "Juanito es un chico pobre pero no un pobre chico, porque tiene sus ojos cargados de porvenir". Por su parte, Ramona es una jovencita muy bonita que se ve obligada a convertirse en prostituta para poder vivir. Se la muestra rodeada de hombres poderosos que la usan a su antojo como militares, funcionarios públicos, millonarios y hasta obispos en pinturas, collages y sobre todo grabados. Berni intenta mostrar que la pobreza de estos dos personajes es circustancial y que hay esperanzas de mejorar para ellos si se pudiera modificar la realidad y su entorno.
Durante sus últimos años es discutida la postura de Berni frente a la dictadura militar y al genocidio perpetrado. Pese a su pasado comunista, no tuvo que exiliarse, por el contrario, recibió premios y realizó exposiciones en el país, muchas veces tratándose de eventos patrocinados por el gobierno. Murió el 13 de octubre de 1981 sin mostrar oposición ni críticas al régimen. Sin embargo, en 2014 durante una mudanza en la casa donde vivió el artista se encontraron muchísimos dibujos y acuarelas mostrando los horrores vividos en esos años en la Argentina, la represión, la tortura y los secuestros. Quizás no pudo o no se atrevió a hacerlo público, pero no queda duda de que Antonio Berni jamás fue indiferente a la realidad que lo rodeaba y que su arte nunca dejó de estar ligado a la misma.
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