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Perón y Evita: si no hay amor que no haya nada


          Todas las personas famosas generan interés e intriga en lo que respecta a su vida privada; que son mayores cuando se trata de una pareja; y ni hablar si esa pareja es la que está a cargo del gobierno de una nación. Cuántas veces nos habremos hecho preguntas del estilo de por qué estaban juntos y si se querían de verdad. Habiendo tanto para contar del peronismo, las conquistas sociales, la reforma a la Constitución, el voto femenino, millones de argentinos que se sintieron dignos por primera vez, yo vengo con este planteo superficial, sentimental y cursi. Es que llevo tiempo leyendo acerca de los dos y de lo sucedido en el país entre 1945 y 1955 y sí, lo admito, soy una romántica empedernida que se obsesionó con el amor entre el general Perón y Evita. Pero es que cuando veo la foto del abrazo ese 22 de agosto de 1951 me emociono de verdad.


          Sabemos que él era un militar en ascenso con un cargo importante en el gobierno y ella, una actriz cuyo nombre comenzaba a sonar y obtenía papeles secundarios en cine cuando se conocieron en enero de 1944. Fue en un acto en el Luna Park para recaudar fondos para las víctimas del terremoto en San Juan ocurrido una semana antes. Él hizo su gran entrada, ella ya lo tenía fichado y lo estaba esperando, le dio la mano enguantada y le dijo: "Coronel, gracias por existir". Si lo escucháramos en una telenovela nos sonaría falso y creo que nos daría risa o nos sentiríamos incómodos. Pero le dijo eso en serio, y se ve que fue como "el lujo es vulgaridad" de los años 40, porque desde ese momento no se separaron nunca más. En octubre de 1945 Perón fue llevado preso a la isla Martín García. Luego de los sucesos del 17 y cuando quedaba claro que llegaría a la presidencia se casaron el 22 de octubre. Si bien convivían casi desde el comienzo era inconcebible en esa época acceder al cargo de primer mandatario estando en concubinato. Conocemos cómo sigue la historia, Perón ganó las elecciones, Evita abandonó su carrera de actriz y se dedicó de lleno a acompañar a su marido en la política para tomar un protagonismo indiscutible y convertirse en mito luego de su muerte prematura a los 33 años.


          En el libro Santa Evita, Tomás Eloy Martínez nos muestra a un Perón poco demostrativo frente a una Evita mucho más afectuosa. Da la impresión de que ella lo quería más a él o al menos lo expresaba más abiertamente que él. Luego del golpe del 55 antes de partir para el exilio Perón escribía: "Pensábamos al unísono, con el mismo cerebro, sentíamos con una misma alma. Era natural por ello que en tal comunión de ideas y de sentimientos naciera aquel afecto que nos llevó al matrimonio". Todo muy tierno lo de compartir cerebro y alma, pero... ¿afecto? Uno le tiene afecto a un vecino, a una mascota, a algún pariente lejano quizás. ¿No podía haber usado otra palabra? ¿Es que no podía expresarlo o no lo sentía? Por otro lado, ella en declaraciones públicas decía con un exceso de dramatismo: "Yo quiero al general Perón con toda mi alma y por él quemaría mi vida una y mil veces". A pesar de las diferencias en su forma de expresión, la realidad es que ambos se respetaron y ninguno de los dos cometió infidelidad durante la relación. Gobernar un país y llevar a cabo tantas transformaciones seguramente consume mucho tiempo y desgasta, pero permanecieron juntos hasta el final.


          Hoy 9 de septiembre, justo en el mes en que se cumplen 71 años de la sanción de la ley del voto femenino, fui a visitar el Museo Evita. En un hermoso edificio de principios del siglo XX que ella eligió para que funcionara allí el Hogar de tránsito n° 2 para mujeres con o sin hijos necesitadas o en situación de riesgo. Hoy convertido en museo expone vestidos, sombreros, zapatos y otras pertenencias de Evita junto con fotos y documentos de su corta pero intensa vida. Y como era de esperar, el elemento exhibido que más me gustó fue la carta que Perón le escribió el 14 de octubre de 1945 estando preso en Martín García. En ella la llama "mi adorable tesoro" y "queridísima chinita", le dice que la extraña, que la ama e incluso le propone casamiento, rompiendo así esa imagen de militar frío y cerebral.


          Nunca vamos a saber qué sentían, si fueron felices, si se amaron con locura o simplemente se toleraron para poder seguir adelante con su misión. Yo elijo creer que sí, que se trató de una gran historia de amor que quedó plasmada en el corazón de millones de argentinos y dejó un legado importante que sigue presente en nuestros días.



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